La Era de Sir Clive Sinclair

Marcos Cruz
Madrid, marzo 1989

Este pequeño artículo lo escribí hace un año. El microdrive en que estaba grabado hizo la gracia de mandar a freír espárragos todo lo que tenía dentro, con ese encanto especial que tienen los microdrives para mandar sus ficheros a freír espárragos... afortunadamente, había sacado una copia impresa, copia que ¡por fin! me he decidido a teclear de nuevo:


Fotografía: QLvsJaguar


Cuando releo publicaciones de Informática de hace unos años, me llaman la atención los anuncios comerciales en los que se anuncian ordenadores o interfaces a precios muy superiores al que hoy tienen equipos equivalentes o más potentes. También es interesante fijarse en el tipo de ofertas de los anuncios de ocasión. Hace cinco años los anuncios más abundantes de ese tipo eran para buscar comprador a un "ZX-81 en perfecto estado"; ahora, sin embargo, ocupan su lugar las ofertas de ZX Spectrums o QLs. Bien, inmersos en este "paraíso" consumista, es comprensible que la mayoría de los usuarios consideren a su máquina como de "usar y tirar" y añadan pretenciosamente al texto del anuncio la muletilla "por cambio de equipo". ¿Pero qué es lo que ocurre exactamente? Entiendo que se pueda desear el adquirir un ordenador más potente, y que un usuario de ZX-81 quisiera en el año 1983 deshacerse de él cuanto antes, pero es triste el desprecio tan silencioso que se hace los ordenadores cuando pasa un tiempo, la utilización comercial que se hace de ellos alrededor de la fecha de su lanzamiento y la muerte que se les provoca cuando ya no pueden producir más dinero. Como a las lavadoras.

Imagino que, entre los usuarios del QL, una buena parte hemos compartido con anterioridad mucho tiempo junto a un Spectrum, del mismo modo que buena parte de los antiguos amantes del Spectrum lo fueron en su día del ZX-81 o incluso del ZX-80. No sólo eso, sino que me confieso mentalmente incapacitado para desprenderme de mis (dos) Spectrum, e incluso me atrevería a afirmar que en algún lugar debe existir alguien más capaz de entender el apego que se puede llegar a sentir por una pizca de silicio calenturiento.

Estamos en el final de una época para los microordenadores. Una época en cuyo inicio tuvo mucho que ver Sinclair. Ahora se apaga moribunda la explosión de comienzos de los años 1980 y penetramos en una nueva explosión de diferentes características, pero ya de mano de la experiencia; conservando la capacidad de dejarnos maravillar que aprendimos entonces, pero sin la inocencia de aquellos años.

El cambio es evidente casi con sólo hojear cualquier publicación de informática de hace cinco, cuatro, e incluso tres o dos años. Empezando por la oferta, los precios, y concluyendo en las consultas de los lectores. En aquellas fechas los micros de 8 bits se apoderaban por asalto de los hogares y comenzaba la era Sinclair. En realidad podemos considerar el año 1980 como el inicio de la nueva era, ¡el año cero de nuestra particular cronología! Los primeros frutos del genio británico no tuvieron mucha repercusión en España, eran otros tiempos... fue hace mucho, mucho tiempo: hacia el año 1 d.S. (después de Sinclair). Pero en el año 2 d.S. nació el ZX Spectrum y el mundo jamás volvió a ser el mismo.

Por aquel entonces un micro de 16 Kbytes de RAM era algo estupendo, uno de 48 Kbytes era extraordinario, y uno de 64 Kbytes era increíble. Proliferaban las publicaciones con listados en BASIC gracias a los cuales dábamos nuestros primeros pasos, era cosa común el pirateo de programas en cinta: primero copiándolos analógicamente de "cinta a cinta", más tarde con los novedosos programas copiadores...

No sería inconveniente comentar aquí, por ampliar algo el tema, que el mismísimo año 1 d.S. IBM acababa de presentar su PC: unos "increíbles" 64 Kbytes de RAM alrededor de un ya por entonces vetustillo microprocesador 8088... con esto quiero hacer notar que la distinción entre tipos de ordenadores es, en la mayoría de las ocasiones, meramente debida a intereses comerciales, y que cada uno tiene un valor propio "en sí" por encima de la categoría en que es clasificado. El PC se convirtió en estándar por motivos comerciales y económicos, por la solidez de la empresa que lo sustentaba, pero no por las excelencias de la máquina como tal. Aunque en aquella época sí había diferencia evidente entre un PC y un micro de 8 bits como el Spectrum o el Commodore 64, la diferencia radicaba principalmente (aparte de las diferentes potencias de los respectivos microprocesadores, que en la práctica no es tal, pues han existido ordenadores muy potentes construidos sobre un Z-80, por ejemplo) en las interfaces de que carecían ( disco, RS232, Centronics...), carencia inevitable si se quieren mantener bajos los costes y entrar en el mercado doméstico. Ahora, por el contrario, los "super-micros" que se vislumbran dominantes en la nueva era, como el Commodore Amiga, el Atari ST, (así como uno que empieza por "Q" y termina por "L", con todos sus compatibles: Thor, Thor 20, Thor XVI, Atari ST QL-Emulator, ¡y los que quedan!...) le dan, hablando claro, mil y una vueltas a cualquier PC que se les ponga a tiro, en todos los campos... Y es que tanto el Amiga como el ST como el QL pueden emular mediante software a un PC, pero ¡lo contrario es imposible!

Alrededor de los años 3 y 4 d.S. comienza una feroz batalla por el dominio del mercado doméstico, que había empezado a saturarse. Primero, Sinclair "lava la cara" al Spectrum: le pone un teclado nuevo, muy similar al del ya nacido QL, y llama al vástago "Spectrum+". Poco después la batalla se dirige hacia el dominio de los 128 Kbytes: Commodore 128, Spectrum 128... Este último, apodado "Derby" (es fácil imaginar por qué) llega a tiempo de no perder el tren, pero no obtiene el respaldo tan mayoritario logrado por su predecesor de 48 Kbytes. En realidad, estas máquinas siguen siendo las mismas que sus antecesores, pero gracias a la paginación de bancos pueden acceder a más memoria, tanto ROM como RAM, e incorporan algunas otras nuevas facilidades, como interface RS232, MIDI, de joystick, y mejores capacidades sonoras. Concretamente el Spectrum 128, a pesar de que el precio no supera en mucho al del modelo anterior de 48 Kbytes, no tiene gran aceptación, y las empresas de software apenas se atreven a hacer programas especiales para él: sólo adaptan algunos de los ya existentes, añadiéndoles mejores efectos sonoros y poca cosa más.

¿Qué es lo que fallaba? Antes lo hemos mencionado de pasada: se trata del mismo ordenador. Es más, se trata de un desesperado intento de llevar al límite la tecnología de los 8 bits, de "estirar" demasiado el invento...

El aficionado medianamente inexperto lee en la propaganda "¡128 Kbytes!" y se imagina 128 Kbytes "uno detrás de otro". Luego compra el ordenador y se encuentra con la sorpresa de que no puede escribir programas en BASIC más extensos que en un modelo de 48 Kbytes... ¿Publicidad engañosa? Algo de eso sí hay, pero para que la publicidad pudiera hablar con mayor claridad, o para que, al menos, el comprador supiera lo que compra, sería imprescindible que todo potencial comprador de un microordenador supiese por qué un microprocesador Z-80 no puede manejar más de 64 Kbytes de una vez... ¡Pero, si todos los potenciales compradores de micros supiesen eso, sabrían además otras cosas igual de interesantes, y no comprarían un PC basado en un Intel 8088 u 8086, sino una máquina basada en un miembro de la familia Motorola 680XX!

Pues bien, hacia el año 4 d.S. vio la luz un nuevo miembro de la saga Sinclair, el cual, para no romper la tradición, se adelantó también a su tiempo... sólo que este tal vez se pasó un pelín: se trata del QL.

No es necesario comentar aquí las características que hacen del QL una máquina excepcional, puesto que todos las conocemos y por ello estamos en esto. Baste decir que hacia la fecha de su lanzamiento no existía otro ordenador, en su rango de precio, que pudiese hacerle la más mínima sombra.

Pero han pasado cinco años, y han aparecido otras máquinas que, si no más poderosas en términos globales, sí le alcanzan e incluso aventajan en algunos aspectos concretos, como son principalmente el sonido y los gráficos: tal es el caso del Commodore Amiga y el Atari ST. El QL se ha mantenido gracias al apoyo de un software de calidad, por parte de empresas muy concretas, y a la dedicación de sus seguidores, completamente abandonados a su suerte tras la compra de Sinclair Research por Amstrad.

Sería interesante que, quienes mantenemos vivo al QL con nuestra fidelidad, reflexionásemos detenidamente sobre las causas que nos han conducido a la tan particular situación en que nos encontramos. Es cierto que el QL tiene un montón de pequeñas pegas, defectos, errores... que -fue una metedura de pata- Sinclair nunca quiso reconocer, y es más cierto que la monumental canallada del señor Sugar -alias "azucarillo" o "terroncete"- ha tenido mucho que ver. Pero es aún más evidente que el origen del problema está en que el QL se adelantó demasiado a su tiempo: podía haber aparecido perfectamente el año pasado, pero apareció hace cinco años... cuando cualquier cosa que no fuese un Z-80 o un 6502 sonaba a ciencia-ficción a los oídos del aficionado. Y cuando algo se adelanta demasiado a su tiempo, no es comprendido; y de la incomprensión al desprecio dista un solo paso muy pequeño.

Habría que decir, no obstante, que la decisión de Amstrad de no continuar la producción y comercialización del QL, casi es de agradecer, desde cierto punto de vista: el señor "terroncete" se dio cuenta a todas luces de que el QL era muy superior a todas sus baratijas juntas (mis respetos a los usuarios de CPC y PCW), y decidió quitárselo de encima. Si no hubiese obrado así, es presumible que ahora el QL fuese otra de sus "ofertas increíbles", otro numerito en sus previsiones de ventas anuales, que es en lo que ha convertido al Spectrum... Y es preferible estar desterrado que ser una pieza más de sus peseteros estudios de marketing.

Bien, parecía entonces que la era Sinclair tocaba a su fin, pero en el año 7 d.S., tras un periodo de inquietante silencio, el genial inventor nos presenta su última creación: el Z88, un portátil con pantalla LCD, basado en un Z-80 y con un sistema de almacenamiento externo mediante cartuchos EPROM y otras ROMs alterables y RAMs alimentadas con baterías. Sinclair nunca fue partidario de los discos, y la opinión general le recriminó su actitud cuando no se contentó con dotar de microdrives al Spectrum, sino que los instaló como estándar en el QL. Ahora no es necesario ser adivino para darse cuenta de que, en unos años, el uso de discos magnéticos irá decreciendo en favor de los discos ópticos, y que éstos después cederán paso a los cartuchos de memoria ROM alterable, porque al fin y al cabo todos los discos se basan en un dispositivo mecánico para su funcionamiento... y todo lo que se mueve puede dejar de hacerlo en el momento más inoportuno.

Pero mientras nosotros, pobres mortales, nos dedicamos a especular sobre si tal cambio se producirá dentro de cinco o de veinte años, Sir Clive Sinclair ya lo ha comenzado por su cuenta.


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